3.3.15


Rodé sobre la cama con los ojos entrecerrados por la luz del sol que se escurría por las cortinas y con mi mano te busque al lado mío, mi miedo se había hecho realidad, ya no estabas. Baje corriendo como pude las escaleras y suspiré de alivio. Estabas ahí preparando el desayuno, me diste un beso con sabor a café, de esos besos que te despiertan mas que la cafeína. Te abrace con toda mi fuerzas, como para que no te vayas de mi lado, y me preguntaste si algo andaba mal, solo un mal sueño te dije y  me limite a observarte cocinar. Eras tan hermoso en todo sentido. Eran las 8am y estabas con un humor esplendido, tarareabas canciones viejas y cada tanto me regalabas una mirada, tus ojos iluminaban toda la habitación y tu sonrisa combinaba con todo.
Luego de eso, fuimos a la playa, caminamos un poco y volví a mi rutina, una ducha y al trabajo. Fue un día muy tranquilo en la oficina, lo extrañaba como siempre, todo muy normal. Le mandé un mensaje para saber como iba su día, dijo que bien, extrañándome, muy parecido al mío. Durante toda la tarde pensé en confesarle todo lo que lo amaba, y que lo quería en mi vida por muchos años pero no sabia como decirlo porque no soy buena expresándome, y se me ocurrió que todo seria mejor  con una cena. Apenas salí del trabajo compre unas velas y un buen vino. Sabía que él salía tarde del trabajo así que no tenia prisa, todo iba a salir perfecto. Preparé pollo al horno con papas, mi especialidad, y me vestí con un vestido rojo, su preferido.
Llegaste cansado pero con tu sonrisa intacta, y te sorprendiste porque generalmente vos sos el que hace las sorpresas pero hoy te tocó a vos. Y cuando terminamos de comer te dije que a pesar de haberte ido y haber pasado tanto tiempo separados, hoy te amo mas que nunca y no me arrepiento de nada de que pasamos, porque nos enseñó a crecer y a ser quienes somos ahora, te dije que sin esa sonrisa no se puede vivir.