18.7.13

El ruido de la ciudad fue apaciguando lentamente, permitiéndome a una chica solitaria como yo, poder pensar. El ruido se había apaciguado tanto hasta el punto que  podía escuchar mis propios pensamientos, excepto mis gritos diciéndole que el vuelva. Era como gritar al viento, inservible. 
Eran las 5 am y dentro de poco, seguiría la misma rutina de todas las personas. Levantarse, desayunar e ir a trabajar. En cambio, mi rutina sería esperar que mi corazón sane, luego de ser partido por -según creo yo- el amor de mi vida. 

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